jueves, marzo 28

Mucha academia… muy pocas nueces

Entre Periodistas

Andrés A. Solis*

 

Apenas al inicio de esta semana tuve una breve charla con un excelente colega y amigo sobre la realidad académica y profesional del periodismo y este colega me decía que estaba molesto porque no podía impartir clases a nivel licenciatura sobre temas que conoce y conoce bien, simplemente porque “sólo tiene maestría”.

Intenté darle una palmada moral en el hombro diciéndole que yo ni siquiera puedo dar clases en una universidad porque no llego a maestría, aunque cosa curiosa, desde hace varios años doy clase en diplomados de periodismo especializado a quienes andan entre la licenciatura y la maestría.

El tema de fondo es que las universidades públicas y privadas han ido arando el camino de la excelencia académica, pero a costa de la experiencia profesional.

Desde hace varios años hasta las universidades “patito” exigen a sus docentes tener mínimo el grado de maestro para poder dar clases a nivel licenciatura y entonces exigen tener doctorado para poder impartir cátedra a nivel de maestría.

Quiero pensar que es el modelo en todos los ámbitos del conocimiento, la verdad es que no tengo la certeza, pero si se que sucede en las más de 200 escuelas de periodismo y comunicación que hay en el país.

Y no es que sea malo que las universidades quieran tener docentes con mucha experiencia en la academia, el problema es que preferir un grado académico por encima de la experiencia profesional es lo que ha contribuido de alguna manera en la precarización en la formación de periodistas profesionales.

Es un problema estructural, porque muchas universidades ofrecen a sus estudiantes de licenciatura la opción de titularse si a cambio estudian una maestría, y pagan esas cuotas y colegiaturas, claro.

Las maestrías se han convertido también en la ruta de escape de estudiantes que terminan una carrera y no encuentran trabajo.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México la mitad de las personas desempleadas tiene un título universitario y siete de cada diez personas que estudian una carrera no encuentran empleo en sus áreas profesionales al menos en el primer año siguiente de haber concluido sus estudios.

Bajo este panorama, resulta que la mayoría de quienes imparten cátedra en una universidad puede que tengan una maestría, pero no tienen la experiencia profesional, no han sido periodistas de calle y carecen de la experiencia reporteril suficiente para enseñarle algo más allá que resúmenes de libros a sus estudiantes.

Y entonces quienes de repente hemos deambulado por los medios y hemos andado en la vida profesional no podemos compartir ese conocimiento teórico ni práctico porque no tenemos un papelito bajo el sobaco.

Un excelente periodista y economista, Francisco Vidal Bonifaz me dijo un día que estaba estudiando la maestría en periodismo económico (en la que podría dar todas las clases), sólo por tener el grado académico.

Lo mismo hace otro extraordinario reportero llamado Raymundo Rivapalacio que va en calidad de estudiante a una maestría de Periodismo, cuando podría pasar con los ojos cerrados cualquier examen que le pongan y hasta reprobaría a todos sus docentes.

Y quienes tienen ese papelito, como el caso de mi querido amigo y colega, pues sólo pueden dar clase a cierto nivel, porque quienes tienen doctorado son las únicas personas sapientes y eruditas… y ojalá así fuera.

 

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* Periodista. Autor del «Manual de Autoprotección para Periodistas» y de la «Guía de Buenas Prácticas para la Cobertura Informativa sobre Violencia.

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