martes, abril 16

Detienen a extorsionador que lucró con el dolor de familiares de desaparecidos

Durante años mantuvo las esperanzas de los familiares de lograr el rescate; casi ocho años después, es aprehendido en Poza Rica.

Édgar Escamilla

Poza Rica, Ver.- De la noche a la mañana, cuatro familias cayeron en un infierno tras el secuestro de sus hijos. Los jóvenes Iván Eduardo Castillo Torres, Pedro Alberto Gayosso Martínez, Jenny Isabel Jiménez Vázquez y Jaqueline Jiménez Estrella habían salido a disfrutar de la “Feria Canaco” en mayo de 2011, sin saber que era no volverían a casa.

La noche del 25 de julio de 2019, agentes de la Policía Ministerial lograron la detención de Carlos N, en cumplimiento de la orden de aprehensión por el el delito de extorsión en agravio de las familias de los jóvenes secuestrados casi ocho años atrás, en la avenida 20 de Noviembre de la colonia Cazones.

Carlos N se acercó a la familia el 16 de agosto de 2011, con el argumento de saber el paradero de Iván Eduardo, exigiendo a su vez fuertes cantidades de dinero.

Las familias accedieron a entregar fuertes sumas de dinero porque Carlos comenzó a proporcionar datos que coincidían con la realidad.

“Nos daba no solo señas particulares; por ejemplo, a mi me comentaba situaciones que sólo la familia conocía, algunas referentes al estado de salud o condiciones muy específicas, sabía de una operación que tenía uno de los jóvenes. Hasta nos pidió zapatos porque según andaban en chanclas”, comentó en entrevista Maricel Torres Melo, madre de Iván Eduardo.

La entrevista fue pactada para este sábado 27 de julio en el parque Juárez, de la ciudad de Poza Rica. Al fondo, en la pérgola y la explanada se llevaba a cabo un festival cultural; frente al reportero, se encontraba una mujer rota por dentro, pero con la suficiente fortaleza para haber trabajado en la búsqueda de su hijo durante más de ocho años.

Él presunto extorsionador refería ser uno de las personas a cargo de cuidarlos e informaba los días que le correspondía darles de comer, manteniéndolos informados constantemente del estado de salud de los jóvenes. Esta persona les informó que mantenían a tres de los cuatro jóvenes retenidos en Tampico Alto y como los movieron a dos ciudades en otros estados.

Llegó a decir que los tenían trabajando en el norte del país y que estaban a punto de liberarlos, pero les exigían más dinero, del que ya no disponían. El ahora detenido les argumentaba que él también estaba dentro de la banda por necesidad, porque también le habían secuestrado a un hijo.

Al no poder sostener más su historia y esperanza de liberar a los jóvenes, los familiares cayeron en cuenta que habían sido víctimas de un engaño e interpusieron una denuncia en 2013, seis años después se cumplimenta la orden de aprehensión.

Fueron seis años en los que Maricel y su familia se volvieron expertos en investigación. Buscaron por todas partes a Carlos N, logrando en varias ocasiones dar con su ubicación, la cual compartieron con las autoridades, pero nunca lo detuvieron. Así esta persona salió y volvió a la ciudad en repetidas ocasiones, de manera impune.

“En lo personal no puedo acusarlo de que forme parte de la delincuencia organizada, no lo sabré hasta que no se lleve bien a cabo la investigación, como debe ser”.

Fueron años difíciles en los que no existía mayor organización, sin colectivos que los respaldaran. Aprendieron sobre la marcha, cometiendo errores en el proceso, como creer en la palabra de un extorsionador, pero que al final, fueron la avanzada de uno de los colectivos de búsqueda organizados en Veracruz.

“Lo que sí se es que él abusó de nosotros, de nuestro dolor y sufrimiento, el se aprovechó y pienso que no es justo lo que él hizo, si es culpable tiene que pagar porque lo que hizo no tiene nombre”.

La cantidad que se maneja en la denuncia es la que se pudo comprobar por un depósito bancario, pero la suma final fácilmente podría superar el millón de pesos, tan solo por parte de la familia de Iván Eduardo.

Comparte Maricel que otra de las familias afectadas por Carlos N entregó todo el dinero que recién habían recibido por la jubilación del papá. Hoy se encuentra severamente afectado en su salud, sin dinero y sin encontrar a su desaparecido.

“Ojalá nadie tuviera que estar en el lugar en que estamos nosotros y el que se acerquen personas que abusan, nos roban; que aparte de sufrir la desaparición de un ser querido, todavía nos roben, no creo que sea justo, jugaron con nuestros sentimientos, con nuestras emociones”. Es un proceso en el que las familias se desgastan física, moral y económicamente.

La noche que Iván desapareció junto con Pedro Alberto, Jenny Isabel y Jaqueline después de acudir a la feria, había avisado que pronto volvería a casa y que solo pasarían a cenar tacos a un puesto ubicado en la avenida 20 de Noviembre, un lugar en el que en los últimos años se registraron una serie de desapariciones, especialmente de jóvenes.

Iván había pedido permiso para salir de casa y aunque no era usual que saliera a esas horas, su papá terminó accediendo. No se volvió a tener conocimiento de él hasta que Carlos N se acercó a la familia, la cual sufrió más extorsiones por parte de otras personas, por lo que ahora solo esperan que sean detenidos uno a uno.

Fue detenido la noche del pasado 25 de julio en la colonia la Rueda al salir de su trabajo, siendo puesto a disposición de la Fiscalía y posteriormente ingresado al Centro de Reinserción Social de Poza Rica, para ser presentado ayer viernes en el Juzgado Primero de Primera Instancia, donde se reservó su derecho a declarar, optando por presentarla por escrito.

El término para Carlos N se vence el próximo miércoles, tiempo en el que estarán compareciendo las familias.

Con firmeza, Maricel reconoce como poco a poco la vida en su familia se fue apagando, desmoronando poco a poco, acabando su felicidad. “En nuestro caso nos dejaron casi sin nada, al final hasta la casa nos pedía, fue donde ya nos negamos porque ya habíamos acabado con todo”.

El caso de Iván, Pedro, Jenny y Jaqueline, fue uno de los primeros que se registraron en Poza Rica cuando se disparó la ola de violencia e inseguridad en la ciudad; “este es mi caso, el colectivo aún no se conformaba… éramos solo las familias buscando a nuestros familiares”.

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